Las películas de 2014: la pantalla estrecha

Empezamos a repasar las películas del 2014. Siempre es interesante buscar rasgos comunes entre los títulos que componen la cosecha cinematográfica. A veces define una tendencia y a veces es fruto de la más pura casualidad. No sé cuál de los dos será el caso, pero hay un elemento coincidente en varias de las películas más importantes que hemos podido ver este año: la relación de aspecto de la pantalla, más estrecha de lo habitual.

Normalmente, los cineastas más esteticistas busquen un gran scope. Cuanto más mejor, alejándose de los 4:3 que tienen una cierta mancha televisiva, pues es la dimensión de los aparatos viejos (las teles nuevas son de 16:9). Aprovechar el ancho del plano, para conseguir planos muy abiertos, optimizando al máximo la disposición de los elementos en la horizontal, que es donde normalmente está la acción. El formato más estrecho suele estar reservado a propuestas que quieren tener un tono voluntariamente televisivo por la razón que sea. Lo extraño es que este año hemos tenido varias películas de imagen muy estilizada, de directores muy cuidadosos con la estética, que han optado por unos formatos que rondan el 4:3. ¿Tendencia o casualidad?

Ida de Pawel Pawlikowski

Una de las películas más alabadas del año, ciertamente interesante. Entre sus muchos premios, acaba de arrasar en los europeos, con película, dirección, guión y fotografía. Sí, fotografía. No es para menos, pues cada plano es un derroche en un exquisito blanco y negro; en algunos momentos hasta puede resultar agotador. El caso es que su planteamiento es bastante denso, asfixiante, y el formato 4:3 aprisiona aún más a sus personajes, sin dejarles espacio para respirar. Para agravar esta situación, en algunos casos, Pawlikowski reencuadra para dejar aún menos espacio a los personajes, y asfixiarlos aún más.

Mommy de Xavier Dolan

Aunque si hablamos de asfixia, la que se lleva la palma este año es la última película de Xavier Dolan, que va mucho más allá de formatos estándares, y se marca un 1:1, es decir, un plano perfectamente cuadrado. El formato es especialmente artificial. Lo más parecido que podemos encontrar son los vídeos de Instagram. Mommy es especialmente intensa y claustrofóbica y en gran parte lo es por su formato extremo. Además, en dos momentos concretos, hay un cambio de formato, a 1.85:1 (que es un ancho habitual en cine, tampoco extremadamente abierto, poco más que el 16:9) que tiene un conseguido efecto emocional. Sin duda, la película que más abiertamente muestra la importancia psicológica de la relación de aspecto del plano.

Nymphomaniac de Lars von Trier

También en Nymphomaniac -en mi opinión la mejor película del año- hay un juego de cambio de ancho. Casi toda la película está rodada en 2,35:1 que es otro de los formatos habituales, lo que antes venía a ser el cinemascope, es decir, bastante ancho. Pero hay un capítulo en concreto que tiene un ancho menor. Nuevamente el 1.85:1 que para Mommy era “el grande”, pero aquí es “el pequeño”. Von Trier lo reserva para el capítulo 3 (el de Uma Thurman) que viene a ser el más artificioso, probablemente para remarcar su teatralidad, con ese formato más cercano al de la televisión. No es un caso de scope estrecho, pero sí cambiante.

El gran hotel Budapest de Wes Anderson

Aunque si hay un formato cambiante entre las películas de este año es el de El gran hotel Budapest, otra de mis películas favoritas del año con tres formatos diferentes nada menos. En este caso, Wes Anderson usa los diferentes anchos para marcar las tres épocas distintas que muestra la película. La parte ambientada en los ochenta tiene un ancho mediano, el que ya he nombrado varias veces de 1,85:1, más o menos habitual en esta época. Para situarnos en los 60, el director recurre a la explosión del cinemascope de entonces y aplica el ancho 2,35:1. Hasta aquí, coincidimos en los dos tamaños de Nymphomaniac (por otra parte, son las dos medidas usadas en las anteriores películas de Anderson), pero el grueso de la película, ambientada en los años 30, está rodado en 1,37:1, el formato estándar que la academia fijó en 1932. Todas las películas de estudio de la época tienen ese tamaño. No hay que olvidar que Anderson no solo ambienta la época, también homenaje al cine de entonces. Una de sus referencias declaradas es Ophüls, y si quiere parecerse a su cine, tiene que aceptar el formato estrecho. En cualquier caso, el espectáculo visual al que nos tiene acostumbrado no se ve perjudicado en absoluto.

Jauja de Lisandro Alonso

Y acabamos con Jauja, de Lisandro Alonso, una obra cuidadísima en su estética, con colores definidos y paisajes asombrosos. Sin embargo, recurre a un formato pequeño, el de 4:3, como Ida. Y va más allá, redondeando las esquinas para dar una sensación de foto antigua o diapositiva. Seguramente está hecho para remarcar su ambientación de época. En lugar de utilizar el formato antiguo real como hace Wes Anderson, busca evocar más una idea de antigüedad más icónica.

No soy muy amigo de estos formatos estrechos, por norma general, pero lo cierto es que las cinco películas citadas hacen un uso inteligente y eficaz del formato. Son algunas de las mejores películas de 2014.