Las películas de romanos molan, desde las acartonadas versiones tecnicolor hasta las peores acciones en contra del humor pretendiendo ser humorísticas. Su elegancia sostenida, sus costumbres e incoherencias formales, su pose, su eterno divagar en la memoria de nuestra historia dotan a sus historias de una atracción y curiosidad que cada uno adapta a sus inquietudes cinematográficas.
La legión del Águila es otra película de romanos pero con gente joven y en Britania. Enseguida se ven las suaves notas de un guión adaptado de una novela reciente, y el presupuesto, decente pero escaso hace de los paisajes lluviosos una fórmula de ahorro. Sin embargo, con ese cierto toque de cine de sobremesa consigue atraparte tanto por la inquietud del siguiente movimiento, tanto por la persecución del siguiente error.
La ambientación más o menos encontrada choca con cierto tono de solemnidad fingida. La sencillez y rapidez de paso de opción vital y opción vital del personaje central obligan a hacer un esfuerzo por meterse de lleno, y la sencillez para encontrar a los malotes la convierten en una película ramplona.
Channing Tatum (Asalto al poder) es obligado a no poder demasiados rostros complicados y el único creíble y con fuerza es Jamie Bell en el papel más goloso. El aire de épica no está conseguido, la importancia de la catarsis emocional suena a flaccidez y blando rigor, y el mundo romano, levemente descrito y bastante lejano a lo conocido, es lo único que podríamos discutir sea lo más importante del film.
Incluso para un rato, resulta insulsa