Soy bastante seguidor de los films infantiles, o al menos de corte animado que tengan como objetivo la infancia, y me he animado a ver hasta qué punto llegaba esta producción española de animación. Su formulación, su dibujo, el corte Burtoniano de sus líneas, como ya marca en su precrítica Obi Wan, y su valentía han atraído a mis retinas.
No puedo decir que sea una película excepcional pero tampoco puedo caldearla en la miseria. Decir que es mediocre tampoco me parece demasiado exacto, y diría hasta que injusto, y rezar que un sin más la describe podría faltar a lo que he sentido al verla.
Poseedora de ese tono propio tan macabro pero sin meter miedo, amena y curiosa, formal y nada exagerada, la película es de un corte para todos los públicos algo más modernos y capaces de entremezclar conceptos de muerte sin entrar en fobias. Su personaje central, sus amigos y enemigos, no dejan de ser estándares normales y corrientes pero que tratan de destacar en un fondo plausible.
Lo peor es que la trama resulta demasiado sencilla, demasiado precipitada y fácil de terminar y asumir, demasiada rapidez a la hora de encontrar el monstruo final, una bruja lenta y agónica que no da para nada de emoción.
Siendo como es para niños, uno no puede colocarla en la situación complicada de ser desechable, preferiría ofrecer este producto a un niño cualquiera antes que otras muchas canalladas atontadas de un cine infantil animado mucho más corta-pega que la que película que presento, eso que quede claro.