Ayer murió Eiko Ishioka en Tokio a los 73 años. Posiblemente la mejor diseñadora de vestuario del mundo, o al menos, la más expresionista, capaz de centrar por completo la atención del espectador en su trabajo (cosa rara en un campo menor como este). Su trabajo trascendía la artesanía de una vestimenta realista o bien ejecutada, iba mucho más allá, consiguiendo transmitir emociones a través de sus diseños. Su vestuario expresaba ideas. Arte.
Quizá su trabajo más inspirado es el del Dŕacula de Francis Ford Coppola, con una increíble armadura para el joven conde que casi parece ser puro músculo descarnado. Además de, en general, una ambientación victoriana excelente.
La filmografía de Tarsem Singh no sería la misma sin Ishioka, en quien se apoyó firmemente,
formando un interesante tándem artístico donde cada uno alimentaba
la imaginación del otro. El director creando un contexto apropiado y
la diseñadora correspondiéndole con impactantes vestuarios. La
próxima película de Singh, una adaptación de blancanieves, Mirror
Mirror, será el último trabajo en cine que veamos de Ishioka. Me
pregunto quién cubrirá en la filmografía del director este enorme
hueco.
Descanse en paz.