Los sonrientes Fernando Trueba y Javier Mariscal, que aparecen en la película de manera burlona, creativa y ególatra, se lo han pasado en grande, el uno “musiqueando” y el otro dibujando. Se han divertido y eso se nota en el ritmo, los detalles y la dulce mirada de una historia de amor contada y cantada.
Con un dibujo hasta agradable, poco infantil y muy de guiños hacia el adulto, la película supera el peligro de la animación en muy pocos minu...
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