Crítica de la película Happy Feet (Rompiendo el hielo) por William Munny

La verdad es que me esperaba algo más de intensidad, más historia, y muchas más situaciones jocosas. Se nutre de los conocidísimos valores del patito feo, para dejar aislado a un protagonista y separarlo de la aburrida compañía de emperadores, buscarse otros más divertidos y jugar a otra cosa. Tarda demasiado en hacer esto, y eso que me muestro contento con ciertos movimientos de cámara que son básicamente gratos y que ayudan a hacerse mejor con ese mundo de hielo.

Pero salvo un par de enemigos en forma de foca agresiva y un par de orcas asesinas, el resto es un paseo pesado por el mundo del golpeteo en el suelo y las cancioncitas de turno ya famosas pasadas por la curiosidad de “pingüinear”. Y pasamos a las escenas finales, donde la ocurrencia de los alienígenas pasa a tomar vigor más allá de lo imaginable. Resume un viaje a la deriva en pocos segundos sin demasiado interés, y seguro que otro creativo no lo hubiera enseñado a la mínima en la orilla de la playa.

El truco explosivo que reactiva el film haciendo que subamos las cejas, es sinceramente un golpe de efecto, algo ensoñador cuando está encerrado pero luego sin demasiado realismo cuando se trata de hacerlos conocer al mundo a lomos de cuatro humanos de naranja. No es suficiente el juego de la realidad y la animación, parece pobre y sencillo, con un montaje de noticiero sin más y un final que no impacta. Sin demasiado para los mayores y justa para los niños con momentos que les harán casi llorar de miedo, o eso creo yo.