Crítica de la película Invasión (The Invasion) por Iñaki Ortiz

Uno de los aspectos más interesantes de ir viendo las diferentes adaptaciones de la novela de Jack Finney, es ver como cada una de ellas muestra la sociedad del momento en el que ha sido realizada.

Esta nueva entrega no podía ser diferente. Ahora los móviles juegan un papel importantísimo, incluso influyen directamente en la trama como es el caso de los mensajes que envía a la protagonista su hijo. Además, vemos que en pleno siglo XXI el problema ya no es cosa de rumores vecinales, es tan fácil como buscar en Internet “mi hijo no es mi hijo” y comprobar el número de resultados. Todo un derroche de la era digital.

Como contraste con esa muestra de actualidad, Nicole Kidman luce en la película un look algo retro, con ese jersey de lana gris, su peinado y su maquillaje, que sin duda es un guiño a la época más propicia para esta historia.

Las modernidades no le vienen nada bien a la película. Es mucho más difícil mantener la sensación de vulnerabilidad cuando estás al corriente de lo que pasa en todo el planeta, en todo momento. Esa perorata científica sobre virus y ADN lo único que consiguen es dar una esperanza al espectador, que para colmo se cumple con creces con un final sonrojantemente feliz. Mientras en las entregas anteriores la desesperación era absoluta creando así un clima agobiante, aquí simplemente vemos una película sobre unos personajes en apuros, no una pesadilla.

Está bien, por cambiar un poco, ver un final feliz, pero todo tiene una medida. Lo peor es que aquí, al amparo de las capacidades mostradas en el film y sabiendo que hay un niño que debería morir en caso de fracaso, el espectador no espera otra cosa que un final feliz. Nuevamente, la tensión se esfuma.

Más problemas: por supuesto, nos sabemos la historia de principio a fin. En cuanto a estructura, esto está bastante bien salvado, no cargando demasiado las tintas en la intriga inicial y usando esos montajes que te avanzan la secuencia siguiente, bastante refrescantes. Si entramos en los pequeños detalles, este conocimiento previo del espectador si que deteriora las emociones. Está claro que llegado el momento, el personaje de Daniel Craig, aparecerá transformado. Y está claro hasta tal punto que ni siquiera el director quiere darle importancia perdiendo así uno de los puntos fuertes de la película, que se muestra casi como rutinario.

La película se viste de realismo y modernidad también en su estilo. Nada de gritos terroríficos, ni vainas, las esporas llegan en un trasbordador. Muchas explicaciones, virus, ADN… Todo eso no mejora la propuesta, más bien al contrario, adquiere tal asepticismo (casi alienígena) que no provoca ninguna emoción.

Es interesante como se recrea el director en los momentos en que la protagonista debe fingir apatía, por ejemplo cuando una pareja se suicida. Tampoco está mal la reflexión de las emociones y la violencia, el montaje de Chávez y Bush es todo un detalle. Eso sí, el final con la repetición insultante de las palabras del ruso se une al exagerado final feliz y todo lo bueno se va al traste.

Un buen trabajo de los actores, no sólo de los protagonistas, y una dirección elegante con sutiles reminiscencias retro, así como una historia jugosa, salvan por los pelos al film, que aunque no consigue sus objetivos de suspense, al menos entretiene. Decididamente, me faltan los momentos de los gritos de alarma, insinuado nada más en la escena del intruso en la casa de la protagonista, precisamente uno de los mejores momentos de la película.

Mejor no comentar las casualidades y defectos visibles del guión, y lo poco creíbles que son los personajes protagonistas. ¡Qué rápido comprenden y asimilan todo lo que ocurre! Pero esos defectos no son lo que molesta realmente.

Como en el caso de los invasores, faltan emociones. Demasiado fría.