La clave es Danny Boyle. Seguro que maneja la técnica y que el aspecto visual es magnífico, un gran producto después de los rumores de incompatibilidad con Hollywood que me comentaba un compañero precrítico. La vuelta a su industria de origen le ha permitido crear lo que quiere con total impunidad pero mucho me temo que empezar con una película familiar con santos y niños llenos de aventura de poca infraestructura parece digno del resentimiento y no de su verdadera vocación.
¿Está Danny perdido?. No me quiero creer que ya no sepa dirigir su talento a la sorpresa y originalidad que le caracteriza pero sí que la tensión de la fama y las espectativas en un mundo lejano a su tranquilidad inglesa hayan podido con su pasión. Todo esto unido a su extraña intención de "28 días después" un tanto recelada por la crítica general me hacen pensar que lo más cómodo ha sido hacer algo sencillo, con tiempo y sin demasiado afán de superación para dar tiempo a su interesante cabecita. Y eso que trabajar con niños no es nada sencillo, pero no es cine maduro, no es su cine, y creo intuir que no es lo que le apetece hacer de verdad.
Un producto decente pero que tendrá muy grandes los movimientos de cámara, muy lejos la conciencia del público de personaje entero, y peligroso ante el final incierto de este film, que como familiar necesitan las películas de esta índole. Un final feliz es interesante, un final provocadamente feliz es poco interesante, un final de película para todos manteniendo un nivel serio de trama y consecución muy peligroso.
Voy a disfrutar de su cámara, su buena intención, su guión extraño y mágico, y me demostrará lo talentoso en el final no made in Hollywood.