La hija del director Costa Gavras, Julie Gavras, a la que vimos en su debut La culpa es de Fidel, una historia familiar sobre la visión de los niños de las imposiciones políticas o idealistas de sus padres, vuelve a la realización esta vez también desde Francia y con la familia a cuestas, pero de otro tipo.
William Hurt (El bosque) e Isabella Rossellini (Poulet aux prunes) se encargan de dar vida un matrimonio de cierta edad, de esa edad en las crisis dan oportunidad de guiones al cine, presentando el derrumbe curioso y liberalmente divertido de una pareja occidental ya mayorcita. El conflicto entre ellos, su visión de la entrada en la vejez y el conflicto con los allegados el objetivo de sus minutos.
Por un lado, el tono de comedia a pesar de los pesares de algunas escenas ya la ligereza bastante, y si encima aportamos la curiosidad de ver a dos grandes actores a lomos de un proyecto tan lejano a ellos, pareciera que el concurso ha sido hacer mucho revuelo sobre ellos para que la película alcance cotas definidas.
Por el otro, la indagación pseudosencilla sin gags pero con presión por el humor puede que nos hagan pasar un rato noble y entretenido a los alejados de tales preocupaciones e incluso un cierto grado de sorna en los flamantes conquistadores de un territorio de cumpleaños tan complicado socialmente. Sea como sea, no creo que haya mucho más que un rato agradable.