Crítica de la película A jamaâ por Olmo

Con un formato en clave de humor y sarcasmo, la película A jamaâ se ha puesto el mono de trabajo y nos ha ofrecido una sesión de cine divertida, amena, corta pero muy simpática. Con un protagonista, Moha, que divierte al espectador con sus cabezonerías, con sus respuestas, sus morros largos y su razón, por supuesto. Y con un debate sobre qué está bien para unos y qué está mal para otros. O, de otra manera, qué límites tiene la religión, hasta qué punto lo divino se lleva por delante lo terrenal y lo que es justo y no. Quiero pensar que aunque sea en tono de humor este puede ser el principio de un tipo de cine sin tópicos ni miedos a escarvar en la santa religión.

Al contrario que en otras de sus estilo, aquí la cámara ha tenido libertad de movimiento, ha dado juego, perspectiva, del lugar y de la situación. Y es que grabar en el desierto puede ser aburrido, o no. A jamaâ ha sido un ejemplo de que da lo mismo dónde se ruede, lo importante es el qué y el cómo. Los diálogos son fluidos, simpáticos, honestos pero denigrantes en algunos de los protagonistas.

Considero que es un buen film porque se sale de la norma, por fín nos reímos continuamente, de una manera interna, no ese humor de carcajada pero si de sintonía. Precisamente esa ha sido la clave para que esta sesión de cine haya sido tan agradable, mejorable, pero digna: la sintonía. Y como decía la mujer de Moha: " A cada uno su problema". Cada cual con lo suyo. Pobre Moha, pidiendo lo suyo en medio de un desierto, nunca mejor dicho. Si es que el cine, a veces, es la perdición.