The Iron Lady se proclama como la nueva esperanza inglesa para la carrera de los Oscars de este año. A nadie se le escapan las enormes similitudes que guarda con The Queen, dado que estamos ante otro biopic de una destacada personalidad femenina anglosajona. Aquella cinta de producción europea dirigida por Stephen Frears acaparó ,cinco años atrás, varios premios y nominaciones importantes allí por dónde pasaba y le valió una estatuilla de oro a Helen Mirren por su excepcional trabajo como la Reina Isabel II.
En esta ocasión, el caramelito dulce es el de reencarnar el emblemático personaje de Margaret Thatcher. El regalo recae en las manos de Meryl Streep, de la que no me cabe la menor duda que realizará una magnífica interpretación y con la que habrá que luchar encarnizadamente por arrebatarle para su estantería el tercer Oscar. Sea cual sea al final el nivel que nos muestre este film, ella será un valor seguro y digno de ser destacado y admirado.
La película parece utilizar los años más suculentos de la Thatcher como primer ministro. La cuestión principal que se nos plantea como espectadores es hasta qué punto esto será una biografía cuidada en los detalles, si tendrá sensibilidad a la hora de contar ciertos hechos o hasta que punto profundizará en la persona humana y no en la política. Será difícil no compararla con el aire a telefilm que emanaba elegancia por los cuatro costados en The Queen. Que difícil era ese equilibrio, y como el guión de Peter Morgan anudaba con naturalidad la consecución de los hechos. Y que odiosas se presentan las comparaciones cuando se tiene una película delante realizada con tanta sapiencia.
Centrándonos en lo que nos ocupa, podíamos decir que este es un film muy femenino. Partiendo de su potente protagonista, tenemos en la dirección a Phyllida Lloyd, responsable de la desenfrenada y, casi neurótica podríamos decir, Mamma Mia, aquella comedia romántica tan fácilmente consumible que nos hizo rememorar tiempos más lozanos al son de las canciones de Abba. Curiosa elección para dar vida a una mujer cuyo sobrenombre era Mujer de Hierro y a la que el concepto de ritmo era algo que quedaba muy lejano. En el guión encontramos sin embargo un contrapunto mucho más tranquilo y consciente en el nombre de Abi Morgan, quien escribió el panfleto de Shame junto a Steve McQueen, un drama aclamado en el Festival de Venecia y nominado a siete premios de la academia británica. Sorprendente combinación en los pilares básicos del film, entre el alocamiento y la sobriedad, la comedia y el drama. Veremos que fruto nos depara esta simiente.
Personalmente, atisbo más sombras de batiburrillo histórico formado por sucesos importantes y una vida personal estereotipificada, con un pretexto perfecto en la imagen de la Thatcher para imbuirnos en una trama que dará su punto de vista de una serie de hechos pero que poco aportará de originalidad en su narración. Pero por supuesto, esta película es una excusa irreprochable para poder gozar de una de las mejores interpretaciones femeninas de la temporada. El resto de puntos a favor que vaya adquiriendo tras su visionado, serán refuerzos que la pueden hacer una de las mejores películas del año. Desde luego, eso está por ver.