La premisa de la película es al mismo tiempo su razón de ser: el hijo de una superestrella intenta echar a volar, valerse por si mismo, superar el miedo escénico y tener su propia voz, con la ayuda de su padre a distancia aunque finalmente tenga que enfrentarse el solo a su destino. Esta es la idea de Will Smith que ha sido el germen de la película. Su idea, porque es una historia escrita por el mismo que se ha convertido en una película de encargo; y su idea, porque su objetivo primordial y el sentido absoluto del proyecto es lanzar la carrera de su hijo. Smith es un tipo que nunca ha tenido intención de hacer buenas películas; su único reto, perfectamente lícito, ha sido afianzar su carrera, y lo ha hecho muy bien. Ahora lo intenta con el joven Jaden. Y es precisamente esta dualidad entre la premisa argumental y la premisa empresarial, la que aporta un cierto valor a la película como ¿involuntario? artefacto reflexivo; al igual que gran parte del valor de Spring Breakers era externo a la propia película y residía en las decisiones de casting como reflejo del mensaje de la película.
Más allá de eso, Shyamalan hace lo que puede con una historia repleta de mecanismos
ridículamente obvios. Emociones subrayadas hasta límites
insospechados, trucos fáciles y un desarrollo que deja temblando el
calificativo de "previsible".
Como digo, hace lo que puede. Para
empezar, nos regala algunos momentos visuales muy buenos, como el
flashforward de introducción con los Smith cara a cara. Estampas,
como la figura estilizada del protagonista recortada contra la
inquietante naturaleza. Aprieta el drama y el suspense hasta que
chirrían los desvalidos engranajes del guión. Y, aunque no tiene
cameo esta vez, decide incluirse como un personaje más de la
premisa. Es decir, si esto va de una superestrella empujando a su
hijo, también trata sobre la carrera de un director fantástico de
culto. Shyamalan recupera aquí casi cada elemento de su filmografía.
La relación padre hijo de sus tres primeros éxitos. La prueba de
valor atravesando un bosque con monstruo al estilo de los cuentos
clásicos, como utilizaba en El bosque. El horror de la
naturaleza, cercano a El incidente. La utilización
arquetípica de las bestias, similar a su maravilloso cuento de La
joven del Agua: el águila protectora, los monos salvajes, la
hienas carroñeras.
Hace lo que puede, pero ni el guión da
para más, ni Smith Junior está preparado para soportar un rol tan
protagonista, aunque la película trate precisamente sobre ese reto.
Por lo demás, una vistosa película de ciencia ficción rozando el
fantástico, con un buen trabajo de imaginación tecnológica, con
ese futuro tan basado en los nuevos materiales y en un control a
nivel molecular que lo acercan a las novelas neocyberpunks de Neal
Stephenson. Además, juega con un planteamiento visual primigenio,
estupendo para un planeta sin humanos. Lástima que haya dos Smiths
haciendo lo que no saben: el padre escribir y el hijo actuar.