Anthony Hopkins (recientemente en Fracture) tras la cámara, aunque parezca extraño ya lo estuvo sin demasiado éxito en 1996 con August, seguramente no lo ha hecho más porque ha trabajado mucho, pero también puede ser que no sea precisamente un talento tras ella. Además se atreve a llevar el peso del guión, un aparente capricho de un grande.
Parece ser una amalgama de imágenes y reflexiones con un equipo de actores comprometido, entorno a los pensamientos del guionista Felix Bonhoeffer. A mi parecer un experimento en manos de uno que puede, que no va a destacar demasiado, con un intento de ser diferente y mostrar cierta capacidad de reflexión de la vida del personaje centro de la acción.
El propio director, secundado por Christian Slater (próximamente en The ten commandments), Lisa Pepper (que ha trabajado en alguna serie televisiva), la casi desconocida Stella Arroyave o Michael Clarke Duncan (próximamente en Welcome home Roscoe Jenkins), son por otra parte una curiosidad añadida en una película pienso que menor, rodeada de intenciones de modernidad medio fingida, que no aportará demasiado, salvo al momento de ver al gran actor detrás de la cámara, con un grupo entusiasmado con el trabajo en cuestión, y punto.