Vaya por delante en esta
precrítica que tuve la ocasión de ver esta película sobreponiéndome a dos
elementos que, con carácter general, no suelen ayudar mucho a valorar las
películas. En primer lugar, la primera fila del cine (yo no sé por qué no
eliminan las primeras dos filas de los cines o, como en otros espectáculos,
rebajan su precio) y la tonta idea de a quien se le ocurriese haber doblado
esta película. Ver esta película en español, doblada como si fuese un chino el
que estuviese hablando en español cuando en el original se estaba hablando en
chino no es algo que favorezca en nada a la película sino que la puede
convertir, por momentos, en ridícula.
A pesar de todo lo anterior, La pequeña Venecia es una pequeña gran
película. Nos habla de lo que tienen que pasar ciudadanos chinos llegando a
Europa en busca de un futuro mejor, quedando a merced de mafias que les dirigen
y les comunican la noticia, cuándo han terminado de pagar su deuda y cuándo
pueden juntarse con sus seres queridos. Aquí no hay ningún tipo de derecho
social, si entras en la rueda y trabajas y más trabajas, sin molestar, sin
hacer ruido, siendo un engranaje más de una perfecta y silenciosa maquinaria,
te irá bien, si no, todos tus esfuerzos y sacrificios habrán sido en vano.
Pedía en mi precrítica que la
película no cogiese un altavoz para intentar dictarnos una realidad que por más
que conozcamos tampoco se ha mostrado en demasía. Y ahí, Segre se mantiene con pulso firme, siguiendo los pasos de Shun Li,
silenciosa, dibujando un costumbrismo que le lleva a uno a meterse en la
película, a sentirse uno más de ese grupo de supervivientes que se reúnen en
torno a un bar.
Ahí se nota la mano de
documentalista del director que nos regala una dirección muy esforzada,
buscando lo efectista, estoy pensando en ese travelling sobre el agua siguiendo
la vela que deposita en el canal Shun Li y que acaba encontrando a Bepi,
incluso la primera escena, con el chino entrando en el baño y rompiendo la
mágica fiesta del poeta meando o, cómo no, en el plano final o en el momento de
la subida de las aguas.
Una película que no tiene una
nota de más, que no esconde ningún tipo de trampa, que te ofrece una historia
sencilla, cercana, consciente de sus límites, que no limitaciones, y no cayendo
en la tentación del drama a voz en grito porque esta película habla de quienes
se sienten lejos de sus orígenes, de lo que les rodea, aunque como se
esforzaban a decirle a Bepi él ya no podía considerarse un extranjero porque ya
llevaba más de treinta años en Italia.