Hanna se puede describir de
forma general en pocas palabras: un guión bastante flojo salvado por
una dirección rabiosa y original que nos deja momentos brillantes.
Ahí encontramos las principales debilidades y los puntos fuertes de
esta película.
Un trabajo propio de unos guionistas
primerizos como son Seth Loachhead y David Farr,
cargado de mecanismos torpes a la hora de dibujar la personalidad de
los personajes (la definición de "música" en la enciclopedia,
el beso...), que se ven ampliamente superados por la capacidad de su
director Joe Wright a la hora de definir con un par de
imágenes, no sólo la estética sino también el fondo de estos
personajes (basta con ver a Marisa limpiándose los dientes con furor
en planos distorsionados).
Pero aún pudiendo pasar por alto
ciertos usos demasiado evidentes de los guionistas, lo más dañino
para la película son los espacios vacíos, las escenas puramente
funcionales para hacer avanzar la trama del punto A al punto B (los
verdaderamente interesantes). Afortunadamente, esos puntos que sí
interesan, son enormemente disfrutables gracias a una dirección de Wright sin freno,
imaginativa, atrevida, contundente, entre Danny Boyle y Tarantino
con toques de acción barroca más propia de los países nórdicos.
Sin duda sorprendente en el marco de su filmografía. Impresionante
el escape de la base militar donde Hanna es interrogada, donde tanto
Wright como los responsables de la banda sonora, The Chemical
Brothers, pasan de los detallitos apuntados hasta ese momento a
un verdadero golpe de energía. Director y compositores volverán a
ponerse de acuerdo en siguientes escenas para apretar al máximo el
acelerador.
Ya que he nombrado tan gratuitamente a
Tarantino, no quiero dejar de comentar que está claro que hay mucho
de Kill Bill en este guión. Es una lástima que el talento de los
guionistas sea infinitamente menor y no hayan conseguido generar
momentos, diálogos, situaciones que empujen con fuerza al film. Un ejemplo es la identidad de Hanna, quién es su padre, los hechos pasados... que parecen guardar algún tipo de intriga para finalmente no ofrecer absolutamente nada. Con eso el amigo Quentin habría hecho maravillas.
Los personajes, aunque como decía,
algo mal escritos, tienen una gran fuerza visual, gracias al bizarro
punto de vista que se nos ofrece de ellos, pero también a un gran
trabajo de los actores. Cate Blanchett da una lección de su
capacidad esperpéntica superando quizá a su Irina Spalko.
Aunque quizá toda mi atención se haya centrado en ese depravado
gordito en chándal, emblema de la Europa más decadente, Tom
Hollander. Sin olvidar el eficiente trabajo de Eric Bana y
por supuesto, lo bien que sustenta la película la protagonista
Saoirse Ronan. Una lástima que el guión no esté a la altura
del resto, pero al menos cumple lo suficiente como para no estropear
los diferentes grandes talentos que se ponen de manifiesto aquí.