Tras la resaca de los Globos de Oro todos hablan de Babel y Scorsese, pero la que más Globos se ha llevado ha sido esta película de la que poco se habla y mejor posicionada está de cara a los Oscar.
¿Por qué se habla tan poco? Pues básicamente por los mismos motivos por los que le voy a dar un tres y no más.
Hollywood y su Academia gustan de los musicales últimamente y de los biopics sobre los cantantes. Sólo hay que pensar en Chicago, Ray o En la cuerda floja.
Lo mejor que tiene esta cinta es su director, el interesantísimo Bill Condon (Dioses y monstruos o Kinsey) y que atesora el reparto más espectacular en lo que a actores afroamericanos (espero que nadie se moleste por este término) se refiere: Jamie Foxx, ganador del Oscar por Ray y al que hemos visto en Jarhead o Corrupción en Miami; Jennifer Hudson, de las menos conocidas, finalista de la versión USA de OT, y que ha ganado ya infinidad de premios por este papel, incluido el Globo de Oro; Beyoncé Knowles, que poco había hecho en cine (Austin Powers 3 y La pantera rosa), pero que ya ha sido nominada por este papel; Eddie Murphy, sorprendente ganador del Globo de Oro a Secundario, y que llevaba varios años desaparecido tras uno de los mayores fiascos comerciales de la Historia del Cine, Pluto Nash; Danny Glover, el compañero de Mel Gibson en Arma Letal; y para cerrar, a Loreta Devine, a la que también pudimos ver en Crash.
Lo peor en mi opinión estará en el guión manido de siempre: lo duro y divertidos que son los inicios y lo mala que es la fama, los engaños, la soberbia, las envidias, etc.
Todo ello al ritmo de maravillosas canciones, buena fotografía, montaje brioso y coreografías de relumbrón.
¡Qué bonito y qué buena pinta!
Pero...¡qué cansado estoy ya de ver lo mismo una y otra y otra y otra y otra vez!
Ahora bien...¡Id todos al cine a verla!
Yo, desde mi butaca, cruzaré los dedos para que Condon me sorprenda, mientras me paso un buen rato de música, curvas y bailes.