Tema muy recurrente del cine francés, no tanto el de juntar a la familia, sino de hacerlo con la adinerada o de clase casi alta, que se utiliza en este film donde su directora novel Mar Coll ya acredita sentirse seguidora del cine del páis vecino. Al parecer bastante autobiográfica no en los hechos sino en las formas, que muchos podemos intuir y otros supongo que hasta imitar, pretende ser una película muy clara y concisa en la muestra de sus intenciones, un drama bien pensado con ganas de atrapar al espectador que busca las pistas para entender el problema, que casi nunca es concreto, sino acumulado en el tiempo.
Ganadora de la Biznaga de plata a la mejor dirección en el Festival de Málaga, con dos de sus actores condecorados con el mismo premio en la categoría de mejores actores, Eduard Fernández (3 días) y Naussica Bonnín, parece no haber caído en el hastío de un público que se entrega cuando las cosas parecen completas y bien llevadas. Yo tengo un buen pálpito. Cine de ese que aquí no se hace mucho, de ese que nos vencen y aceptamos pero que no queremos hacer. Pocas palabras, buenas imágenes, un suspense pequeñito en forma de primo, hermano o tío cercano donde se le da un enorme hueco al actor, fotogramas con calidad y muy buenas intenciones. Normalmente pecan de tristones pero vaya, se puede hasta perdonar.
Lo que me da más miedo, la poca distribución que pueda tener, ya se sabe, una de esas películas del montón de la producción nacional donde luego cuesta colocar en cartelera general, se queda con un puesto parcial y acaba por estar ni media semana. Pero habrá que tener fe o simplemente tiempo para ir cuanto antes a verla o te la pierdes.