Sencilla y sin demasiados quebraderos de cabeza a la hora de mostrar lo más complicado y hermoso, las escenas con esa fiera azabache en la que se basa el film. Si las escenas de familia son muy conocidas ya, y los cabreos más o menos entendibles pero poco realistas y serios, el resto de luchas de puma y heridas abiertas, pasan de rozada, siendo parte importante.
He hechado de menos algo más de esfuerzo a la hora de hacer escenas de caballos, mucho montaje con ellos trotando o a galope, pero en realidad nada de nada, si a caso la escena cuando es cazada la yegua famosa y el acantilado anda cerca.
Pero es que el rodeo es un punto que no se puede concebir en absoluto, ramplona y vestida de hombre, es resuelta a lo fácil y con unos vaqueros que abren el cercado como anunciando que lo van a poner fácil para que la niña se salga con la suya.
En cuanto a las interpretaciones, sólo María Bello está en su sitio, como madre cariñosa y conciliadora, pero el padre, con una mala escena patética de lloros hacia su hija, de fiebre alta pero rápidamente reparable, redondea una actuación justa y débil donde la imagen de duro se queda al lado de su hijo que le empuja sin demasiadas complicaciones.
Más o menos era lo que era. Y nada más.