Crítica de la película El árbol de la vida por Iñaki Ortiz

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4/5
17/09/2011

Crítica de El árbol de la vida
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Terrence Malick nos cuenta la historia de una pequeña familia. Una historia de un padre que esconde, detrás de un manto de severidad, la rabia y la frustración. La historia de un hijo y su relación con este padre. Una mujer sumisa pero fuerte. Dos hermanos que se sustentan y se complementan. Una pequeña historia cargada de detalles, muy bien dibujada y que sabe evocar pequeños grandes momentos con elegancia. Podría quedar ahí y sería una buena película dentro de los cánones habituales del cine independiente. Pero no, la ambición del director tiende a infinito.

Y cuando digo infinito no pretendo exagerar. De la misma manera que el personaje de Nicolas Cage en El ladrón de Orquídeas, decide que para contar la historia de esta familia ha de contar el pasado, el origen de las especies, de la tierra, ¡del universo! Y eso es lo que hace, y lo lleva a cabo cargado de alegorías bíblicas, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Desde el "y se hizo la luz". Aunque aquí no ocurre todo en siete días. Malick nos deleita con un lujo audiovisual en el que se recrea con unas imágenes bellísimas acompañadas de una música exquisita. Esto no es Spike Jonze contándonos la evolución completa en un minuto (que también luce), no, Malick, como Kubrick antes que él, se toma su tiempo. El resultado es delicioso.

Después se centra más en el mito de Adán y Eva, no en vano la película se titula El árbol de la vida. Básicamente, el hombre -aquí un niño- se revela contra su padre, deja de ser una sumisa creación para adquirir su propia voluntad, que muchas veces está enfrentada a su creador. Busca su libertad, asumiendo las penalidades que esta le acarreará. Nos centramos después en dos hermanos, de forma ideal, el bueno y el malo. De ahí hasta el Apocalipsis final en el que la tierra es calcinada, seguimos manteniendo elementos bíblicos, como la torre de babel que tanto el padre como su hijo construyen en su intento de llegar a lo más alto de la sociedad, o la redención del padre cuando cambia su actitud de ira y venganza por una confianza plena en el amor como único elemento importante (nuevo testamento).

Pero la obra va más allá del aspecto religioso. Malick decide que su historia debe aglutinar la cuestiones filosóficas primordiales: de donde venimos, a dónde vamos, qué es el bien y el mal. Y también a otro nivel, se fija en la esencia de la sociedad norteamericana, con ese padre que prepara a sus hijos para competir, para triunfar, y les alecciona acerca de como abrazar el éxito.

La película tiene todo esto y mucho más, pues la ambición del director, y por qué no decirlo, su pretenciosidad, no tiene límites. Y en esta ocasión, esa ambición se ve satisfecha con bastante margen. Nos presenta imágenes bellísimas, ya sea dentro de la psicodelia universal, como con simples travellings circulares dentro de una casa. Quizá peque, cuando llega el final, de cierto síndrome de Beethoven, repitiendo el estruendoso "chán!" final demasiadas veces hasta que ya por fin llega el plano final definitivo.

Mención especial para un Brad Pitt, primero por su cuidada interpretación repleta de matices, y segundo por embarcarse de lleno (recordemos que también produce) en un proyecto tan arriesgado como este.

La magnitud real de esta película sólo el tiempo podrá decírnosla con seguridad, pero es realmente difícil que una empresa tan ambiciosa consiga lo que se propone sin caer estrepitosamente.



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El árbol de la vida en festivales: Festival de Cannes 2011 , Festival de San Sebastián 2011 , Oscars




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