Lo mejor que ha podido hacer esta película es tomarse a sí misma con humor, y creo que su suerte dependerá de hasta qué punto haya sido capaz de conseguir eso.
¿Por qué digo esto? Porque parte de un argumento que hoy por hoy dudo que pueda aportar algo, ya nos lo conocemos de pe a pa. El protagonista es el ciudadano modelo que confía en la justicia y veremos hasta qué punto aguanta siéndolo cuando deba enfrentarse a su Max Cady particular. Decididamente, sólo me la creo medio en broma, y afortunadamente el film tiene un cierto tono de comedia.
Se trata de una película de nacionalidad israelí, dirigida por Tzahi Grad. Esta es su segunda película, después de Girafot, en el 2001, que tuvo muchas nominaciones en los premios de su país. Así que, como segundo largometraje que es, entra en la sección de nuevos directores del Festival de San Sebastián.
En esta película podemos encontrar varios intérpretes con un número interesante de películas a sus espaldas, dentro de su país, eso sí. Seguramente aguantarán el tipo de manera correcta pero sin grandes despliegues de talento.
En definitiva, una película que quiere transmitirnos un mensaje que ya conocemos y que, tiene toda la pinta de buscar una alegoría ingenua y evidente con el problema de Palestina. Y si no la buscan ellos, da igual, el público del zinemaldi la encontrará igualmente.
Sin humor no funcionará.