El mismo Tarantino de siempre. Sólo que ahora con nazis. Ha transportado a Malditos Bastardos todos los elementos que hasta ahora llevaba utilizando para sus películas. No hay ruptura respecto a lo anterior. En ese sentido, ha beneficiado a opiniones como la mía que veían que éste iba a ser un film comercial, nada especial en su trayectoria, con algún elemento nuevo y sin marcar las diferencias. Y sin embargo, nos ha gustado más porque debido a nuestro excepticismo cualquier pequeña novedad ha sido muy grata. Manteniendo el humor negro (demasiada dósis) que le caracteriza, derrochando acción por todas partes, sacudiéndonos de violencia y con una intensidad y momentos de tensión a los que nos tiene acostumbrados. Ha mantenido tanto la concentración y ha sido tan bien dirigida que le concedo mi beneplácito.
Como una novela, en capítulos, invita a disfrutar de la historia poco a poco, ofreciendo una amplia gama de situaciones, personajes, formando toda un conjunto pero disfrutando más de unas que de otras. También con una filosofía de aproximación a la "batalla final", caminando hacia adelante, generando más odio a lo nazi. Tanto odio y tanta libertad de acción respecto al trato con la historia que no ha dudado en cargarse hasta al mismísimo Hitler. Qué sensación cuando algo así ocurre. Valoro que cometa un pecado con la historia si es de esta manera.
Y si de algo se puede estar seguro con Tarantino es de su reparto. Tan caricaturizados y exagerados como siempre, hasta demasiado quizás. Ha habido mucho ruido pero no pocas nueces. Se lleva las cuatro estrellas por haber envenenado la historia, por sacrificar una versión integramente en inglés, por ese comienzo de western, por mantenerme en la butaca queriendo más, por querer llegar a esa proyección que asiste Hitler, por tanta escena interminable, por despedirse de unos huevos nazis de esa manera, por el espíritu de rabia, por seguir siendo Tarantino y no perder los papeles. Porque se mantiene.