En el 2002 el reconocido director iraní, Abbas Kiarostami, estrenó la película Ten, con la que participó en el festival de Cannes. El film contaba la historia de una mujer, mediante secuencias rodadas dentro de un coche, con la cámara en la zona delantera, y los diferentes pasajeros que transportaba este personaje en el coche. Un sistema que dos años después repitiera Simon Staho en Día y noche.
Ella, la conductora, era Mania Akbari, se pasó también a la dirección con la película 20 fingers, que tuvo cierto éxito en el festival de Venecia. Se llevo el Digital cinema award. Ahora, Akbari retoma la idea de Kiarostami dirigiendo ella misma esta secuela de Ten, volviendo a tomar el rol de la conductora.
En esta ocasión, la cámara va más allá, no sólo grabando desde el coche sino persiguiendo a la protagonista a donde quiera que vaya. Hasta aquí, la película ya promete un cierta originalidad, pero la cosa no acaba aquí.
La directora se encontraba enferma de cáncer durante la filmación, al igual que el personaje que interpreta. Las personas con las que habla son de su propia familia, lo que convierte este film en un docu-drama muy particular. Desde luego, se puede esperar una película sincera, más no lo puede ser. También es posible que tal implicación pueda producir un guión aburrido, torpe, desgarbado.
En cualquier caso, un experimento arriesgado que vale la pena tener en un festival. Se encuentra en la sección nuevos directores de Zabaltegi. Un riesgo necesario que no quiero dejar pasar.