Lastimosa comedia pretendidamente independiente e inteligente que no hace más que girar en torno a cuatro conceptos de filosfía a golpe de porro. Pobre hasta la indigencia, nos intentan vender un refrito con aceite de coco con aires de novedad gastronómica de alto nivel. Pero es que entre los tropezones de la vomitona que me ha producido el exceso de bostezos no hago más que encontrarme con imitaciones de "Magnolia" o del cine de Wes Anderson. Y, lo más terrile, es que en su afán por indagar en algo nuevo se encuentra con su coetánea "Olvídate de mí!", superior a ésta creo que hasta en la calidad del catering.
Empiezo a estar harto de ver a un Jude Law de risa "profident" en los primeros rollos para acabar a la altura del barro. ¿No es este mismo papel el que hace en "Alfie" o "Closer"? ¿Su estilista le ha mandado que se parezca a Michael Caine de joven? Un año para olvidar de este actor que poco bueno puede aprender sobre cómo mantener una carrera en un Dustin Hoffman de ojos opiaceos mientras recita unas líneas de guión lastimeras de la pretenciosidad con las que parecen creadas.
¿Una comedia sobre el existencialismo? ¿Realmente esta película intenta indagar en algo? ¿Intenta apabullarnos con tanta verborrea y dos trucos de imaginería visual? ¿Acaso quiere reírse del existencialimo? ¿Parodiar el mundo torpe de ideas en el que vivimos? ¿Los clichés del medio ambiente, del ejecutivo agresivo, de la vida tan frágil de los que se dedican a salvar a la frágil fauna? No me creo ninguna de las respuestas afirmativas que se le pueden dar a estas preguntas. Porque la virtud principal de esta película es su ABURRIMIENTO. Si quiere parodiar no logra sacar la más mínima risa sin tener que acudir a los gags keatonianos de los golpes y de las viejas; y si quiere reflexionar, por favor, que le pida un escalpelo oxidado a Allen o vea más Bergman u Ozu, y fume menos porros "biturbo".
Con todo un absoluto despropósito de película que debe englobarse en ese nuevo género que tanto se afanan en poblar algunos pretenciosos directores pretendidamente independientes: la estupidez. Y, perdonad, pero para mí, la estupidez no es comedia.