La cuarta entrega del popular ogro estrella, que se nuncia así misma como final de la sag, y que bajo la proclama de felices para siempre tratará de acercar a los cines a los pocos que no se hayan ya cansado del personaje en cuestión. En verano, con un público fácil y poco exigente, ese es el destierro de una historia demasiado estirada y forzada en el tiempo aunque con esa chispa que otros ni conseguiría lograr por asomo.
El encargado en esta ocasión de la dirección es Mike Mitchell (Sky high, una escuela de altos vuelos o Gigoló), que pasará el trámite correctamente en un encargo que ya todos sabían que estaba venido a menos. Lo cierto es que aún manteniendo el tono del personaje siempre, uno se fija en sus derredores y termina por ver como flojea el nivel de una idea que ha aguantado hasta aquí perdieno adeptos poco a poco. De todas las maneras, no será una de las peores opciones, eso no hay quie se lo quite.
Lo importante para que al menos apruebe con normalidad es que esta nueva historia sea tanto para adultos como para pequeños, por aquello de la taquilla, pero que los guiños con el mayor sean intensos ambiguos, con un ogro verde socarrón y negro de humor sin flaquear por mucho que el amor le rodee con sus tenazas de necesidad de guión. Si esto ocurre aún se podrá decir que la saga es decente, sino este cuarto capítulo habrá sido de capricho.