La venganza del hombre muerto es una película de corte puramente comercial con posos de distinción gracias a la presencia de Niels Arden Oplev, el director danés de Millennium I, la versión europea de la saga bestseller. Distinción meramente por ese mínima diferencia entre la escena de acción europea y americana, el decoro.
El cine de pareja que se une en colaboración artificiosa y forzada dentro de un mundo siniestro entre gansteril y matón de tres al cuarto, retorna al presente siglo con justificaciones de taquilla que únicamente soportarán los amantes de la acción y el verso fácil. Colin Farrell (Corrupción en Miami) y Naomi Rapace (Prometheus), que repite, son los encargados de provocar venta de entradas y conexión sexual.
Película por tanto de medio pelo y ramplona, poco atrayente y prometedora pero en un verano traidor hasta destino de visionado común en grupo para no molestar a nadie con la elección de la cartelera.