La técnica al servicio de una historia pobre, éste puede ser el mejor mensaje de advertencia para una película de un director talentoso como Alex Proyas, pero que no parece ni querer trabajar demasiado ni que los guiones más elaborados le revoloteen por derredor, como es el caso, en forma de aventura impecable de dirección pero débil en sus ilusiones de imaginería extraterrestre. Parece que perteneciente a ese grupo de ciencia ficción con miedo, el remate final es sinceramente, la llegada al rodaje de Nicolas Cage, últimamente tan volcado en interpretar cualquier tipo de personaje de acción que pone caras mientras huye o se esconde.
Yo, robot o la lejana en el tiempo Dark city, son los ejemplos de películas más redondas del mencionado director demostrando cuanto puede, aunque a veces se pierda en guiones de menor calado aunque igual capacidad de aunamiento de capacidad de cámara y de efectos digitales. Es muy posible que destaque sobremanera en este apartado, pero no nos creeremos la historia y punto.
Bangkok dangerous o El motorista fantasma son algunas de las últimas películas del gran actor de Leaving Las Vegas que está entrando en una dinámica que le relega a un tipo de cine que rompe taquilla en cuanto a beneficios pero que acaba con la imagen de actor muy decente que siempre nos ha gustado a muchos. Si sigue así acabará a la altura de Keanu Reeves, pero qué digo...ya está a su altura con lo que podemos decir que se ha perdido para interpretaciones mayores.
Una pena, aunque puede ser agradecida en un videoclub como opción para un día de lluvia con estos equipos modernos que hacen del salón un lugar idóneo para los ruidos y las explosiones en pantalla, y buena para los amantes de la acción misteriosa con tremendismo gráfico, pero poco más. Se puede prescindir de ella.