Crítica de la película La saga crepúsculo: Eclipse por Obi-Wan

Los designios lo presagiaban. Lo que hace llenar las salas a Crepúsculo y sus secuelas son el pasteloso romanticismo, las intrincadas relaciones imposibles y el triángulo amoroso que en esta ocasión a rizado el rizo. Y he de decirlo, me ha encantado, porque dado hacia dónde se encaminaba la saga cinematográfica, porque de las novelas no puedo opinar como ya he dicho, este era el camino que debía tomarse, sin traicionar a las fans que se regodean en los celos y las pasiones que tienen los dos protagonistas sobre una simple humana. Leves contactos físicos que significan un mundo, declaraciones de amor eterno y el torso desnudo de Jacob, que ha levantado chillidos descontrolados del público femenino. Así que como en el fútbol, a la hora de ver un partido del que te da igual el resultado, me he unido a la fiesta, insultando al árbitro, exhortando cambios al entrenador, aplaudiendo los goles y también suplicando los pitidos que marcan el final.

 Pienso que le sobran minutos, pero esta vez  David Slade se ha tomado su tiempo para explicar las reacciones de los personajes. Si no recuerdo mal, es la primera vez que se utilizan varios flashbacks para contar las historias que tienen su peso en la trama, que ya no sé si estarán o no en los libros, que han oxigenado en cierta medida el opresivo punto fundamental sobre lo que todo gira: Bella con sus dudas y  sus tribulaciones. La acción ha quedado postergada de nuevo al segundo plano, que como ya hemos dicho es lógico porque a la gente hay que darle lo que pide, pero hay bastante más que en sus antecesoras y con una emoción y ritmo bastante aceptables. Desde luego resulta la cinta más entretenida y la más convincente dentro de esta serie romanticoide. Incluso he reído con las conversaciones en que el padre de Bella intervenía, con unos comentarios bien limados y sin aspavientos típicos de la adolescencia.

 Parece que el guión se riera un poco de sí mismo con tanta situación extrema a la que ha sido sometido el triángulo amoroso (como cuando Jacob ha tenido que calentar a Bella delante de las narices de Edward), que personalmente conseguía el mismo efecto que una desbocada y exagerada escena de acción dónde intentas unir un camión cisterna y un avión en llamas. No sabes como acabará, pero seguro que hay carnaza.

 No puede darle el aprobado porque es algo que va contra mis principios premiar una novela rosa disfrazada entre vampiros y hombres lobo, pero me alegra que se haya conseguido por lo menos una película aceptable dentro de sus limitaciones hormonales y el eterno dilema amoroso que empieza a pesar demasiado no llegando a ningún sitio.