Crítica de la película Rise: Blood Hunter por Iñaki Ortiz

La película empieza con ganas. Tiene tantas ganas que va a por todas. Decide mezclar géneros a mansalva y la historia se mueve de un interés a otro serpenteando con una ingenua torpeza que es, ante todo, adorable.

No se mueve mal en los pasajes de terror, pero cada vez que flirtea con el género detectivesco y ese grotesco inspector interpretado de forma bochornosa, la película se cae a la serie B más barata y ridícula. Si lo tomamos con humor no está mal, claro, resulta adorable.

Incluir la subtrama de la hija con el cerebro lavado vuelve a ser tontorrón. El ritmo en general avanza a trompicones exagerados pero avanza siempre, sin llegar a aburrir, a mí no al menos.

El juego constante de morbo con situaciones y estética de película porno, hacen a la película menos respetable aún pero también más divertida y, a su manera, más completa. Una de esas películas malas donde se ha incluido todos los ingredientes, como en el plato de un cocinero inexperto que improvisa echando mano a todo lo que le gusta sin orden ni concierto. Y ¿por qué no? A veces esos platos nos saben buenísimos.

Adorable.