Debemos sentirnos poco más que afortunados porque se estrene en nuestro país una obra de François Ozon, uno de los directores franceses, siempre en mi opinión, más interesantes del momento. Curiosamente, he tenido la suerte de poder disfrutar su última película con anterioridad a esta que comento. Su último film, El refugio, presentado en el Zinemaldi 2009, es un peliculón, una muestra de lo que Ozon es capaz de darnos, de sensibilidad narrativa y de sapiencia cinematográfica. Una de esas películas en las que aparentemente no sucede nada, y bajo la alfombra se desata una tormenta.
Ricky es la película anterior a El refugio y, según comenta Ozon, tiene una conexión con El refugio, en ambas películas se trata el tema de la procreación, de la natalidad, pero con perspectivas diferentes. En Ricky parece que nos encontramos con una aguerrida y valiente mixtura de géneros que aseguran el desconcierto total del espectador. Este punto de riesgo, este exceso de pecado formal sobre lo que nos quiera contar es lo que sanciono con la quita de una estrella.
En el elenco protagonista, Sergi López, una de esas vacas sagradas del cine español, que tampoco es que me despierte excesivas ganas de aplaudir. Generalmente me suele parecer un actor cuyas interpretaciones me resultan excesivamente artificiales. Y junto a él, Alexandra Lamy, de quien cuentan maravillas sobre su interpretación en este film.
Una maravillosa ocasión de introducirse en el cine para desconectar con una película entre lo realista y lo surrealista, un billete a la fantasía.