Crítica de la película Aquellos días felices por Iñaki Ortiz

Agradable comedia nostálgica


3/5
15/01/2007

Crítica de Aquellos días felices
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Los franceses saben muy bien como hacer comedias agradables, y este será un buen ejemplo. Son películas menores, sin pretenciosidad, sobre cosas pequeñas, cotidianas. Les salen bien, muy bien, aunque salvadas excepciones, nunca llegan a ser gran cosa. Son estupendas para ser proyectadas en un autobús porque a nadie le disgustan y si a mitad de viaje te apetece echar un sueñecito pues mira, tampoco te vas a perder nada especial.

En este caso habla sobre la nostalgia de los días felices de la juventud, al menos para aquellas personas para quienes fueron felices. Un campamento de verano será la excusa que necesitan esta pareja de autores franceses para mantenernos entretenidos durante poco más de hora y media y conseguir una sonrisa mantenida e incluso alguna carcajada aislada.

Y este par de autores a los que me refiero son Olivier Nakache y Eric Toledano, que ya en varias ocasiones han participado juntos sin ningún estreno importante en nuestro país. Si la traducción literal de esta película es “Nuestros días felices”, estos directores tienen un cortometraje, que podemos suponer similar, cuya traducción sería “Esos días felices”. Se puede decir que lo han llevado a un terreno más personal al añadir el “nuestros”. Ambos se encargan de la dirección y el guión.

No encontramos actores demasiado conocidos, seguramente en Francia más. Uno de ellos es Jean-Paul Rouve, a quien hemos visto en Largo domingo de Noviazgo o ¡¡¡Cavernícola!!! y pronto veremos en la película que competirá en el festival de Berlín, La vie en rose, siempre como secundario. Junto a él, Marilou Berry, la joven protagonista en Como una imagen, por la que ganó el César (Oscar francés) a mejor actriz revelación, por una interpretación sincera y fresca que quizá tampoco tenía mayor transcendencia.

Desde luego es para mí inviable en esta marea de estrenos interesantes. Eso sí, me la vería bien a gusto en una tarde de verano, en medio de ese desierto que es el cine por esa época.



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