Crítica de la película Satanás por William Munny

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Como codicioso diablo, este es el palmarés de una película sencilla, que se preocupa mucho del público sin olvidar las líneas del cine más sencillo pero gratificante, con un guión que juega en la línea delgada de lo comercial pero entero. Mario Mendoza es el encargado de llevar una historia real ocurrida en Bogotá en 1986 a la novela que sirve de inspiración al osado Andy Baiz (del cortometraje) para llevarla a la gran pantalla.

Los productores son los mismos de María llena eres de gracia o Rosario Tijeras, y creo que saben invertir bien sus dividendos tratando de ir a cuestiones seguras. Confío en esta película porque el cine colombiano es duro, no tiembla e intenta con acierto llegar a las mentes maduras de una población que tiene que vivir en una sociedad por motivos evidentes llena de dramatismos continuados alrededor de la vida cotidiana. Creo en el film por la apuesta por la tranquilidad a la hora de narrar la violencia y su sentido común en manos de los violentos. Creo en el film porque dicen las malas lenguas que tiene una banda sonora deliciosa. Creo en el film porque seguramente me deje marcado sin tener que envidiar a producciones más adineradas. Creo en el film.

A veces de las sombras surgen luces que alumbran a todos los abochornados de las butacas, creo que esta producción es un acierto que posiblemente guste tanto como para tenerla siempre presente en los parámetros a seguir por parte de los nuevos realizadores. El elenco actoral, conocido y desconocido, por encima al parecer está la historia, eso es buen síntoma. Damián Alcázar (El crimen del padre Amaro), Patricia Castañeda (Yo soy otro pero sobre todo en Tv), Fabio Restrepo (Sumas y restas) o Marcela Mar (El amor en los tiempos del cólera) son algunos de los protagonistas del talentoso film.