Recientemente afirmaba mi compañero Hypnos en su precrítica de El orfanato que, simplemente, no se la creía. Yo no diré lo mismo, pero parecido, respecto a otra película, también española, y también en su momento aspirante a ser elegida como candidata española al Óscar (opción que, como sabéis, finalmente defenderá El orfanato). Hablo de estas trece rosas que centran el nuevo trabajo de Emilio Martínez Lázaro, director que dio en la diana (de la taquilla) con El otro lado de la cama (película que me aburre sobremanera).
No sé si me la creo o no, pero no me fio. Lo diré así. No espero demasiado de esta película, por más que hayan querido incluirla en esa terna de candidatas a defender la cinematografía española en tierra yanqui. No lo espero porque supone la enésima vuelta al tema más tratado en el cine y la literatura españolas: la guerra, la postguerra, todo aquello y todo esto. No debería ser un problema, lo sé, pero a partir de cierto punto a uno le alcanza una inconfundible sensación de hastío. De saturación.
Reflexionando un poquito, a los dos grandes géneros del Cine Español, las comedias de humor grueso (y dudoso) y el cine social supercomprometido y megapeleón, deberíamos sumar estos casi periódicos repasos a nuestra dolorosa Guerra Civil, sus preámbulos y sus consecuencias.
Sí, nos ha quedado alguna que otra buena película sobre este periodo histórico pero, como es lógico, en USA ya casi nadie hace películas sobre Vietnam, cuando en su momento se hacían a puñados. ¿Por qué? Sencillísimo: Porque ya se han dicho muchas cosas al respecto y, salvo cuando surge algo realmente novedoso que contar, resulta pelín chorra volver a repetir la misma historia una y otra vez. En España, claro, vamos ya por la enésima "otra vez".
Esto no lo entendemos aquí. Y seguimos a vueltas con lo mismo. Esas mujercitas tan peleonas e izquierdosísimas que levantaban el puño aunque les fuera el cuerpo entero en ello. Pues qué bien. Nos conocemos ya esa historia, ¡por favor! Y eso que ellas estarán muy bien, lo sé: Me gusta mucho Pilar López de Ayala, y también está Marta Etura, bravo. Todo será muy dramático. Y habrá muchas lágrimas. Pero... ay, ¡qué saturación!
Dejémoslo pasar, esta vez. Lo grave, más bien, es que sabemos perfectamente que seguiremos viendo más películas de estas. Como ésta.