Un ejercicio alegre, sin complejos ni miedos, que arrastra al espectador hacia un mundo propio donde los niños son lo que son, armas de pasión en un mundo adulto insatisfecho.
La sencillez, pero a la vez originalidad como esfuerzo, para no dejar el film abandonado al plano único, dan vida a unas conversaciones muy de niño con alto sentido de la reflexión. Si la aventura es casi siempre bastante poco fantasiosa, esto da un toque de realismo, las secuencias de los padres, con alto índice de comedia, no dejan lugar a dudas de la intención de crear una fantasía global divertida, buscando en el viaje, un viaje a la amistad sin concesiones.
Los niños seguro agradecen un producto como éste en el que desde luego, los problemas y las sensibilidades, se resuelven desde la propia esencia de cada uno de los niños.