Meses antes del estreno de la película estaba entusiasmado ante el proyecto que había decidido levantar Amenábar. Siempre reivindico otro cine español, y experiencias como las que lleva adelante la productora de Telecinco con films como Alatriste o este. Grandes producciones, con big thinking. No dudaría en darle un cinco de apoyo.
Llegó el estreno y llegaron las tontas polémicas que suceden en este, a veces, demasiadas, tonto país. De hecho hasta me ha llegado un mail cadena en el que se intenta demonizar a Amenábar y, otra práctica de este país, se tilda con siglas a Amenábar. Ruido, está claro.
Prefiero quedarme con la acogida del film en Cannes, territorio neutro, que fue bastante neutra. Mucho me temo que a esta película le falta un poco de alma, como al propio Amenábar, que ha demostrado ser una esponja de contenidos y de clásicos y de referencias, pero que no llega a entusiasmarme. Domina la técnica y eso le permite cambiar de registros, ahora se nos vende su pasión por la astronomía y la historia, con un film cuyas lecturas serán muchas y acertadas, eso seguro.
Toda la película gira en torno a Rachel Weisz, como ya lo hiciera en su día Nicole Kidman. Pero a su alrededor no hay grandes nombres, no llega a tal Max Minghella. Ha pasado ya tiempo desde su estreno y creo haberme alejado lo suficiente del ruido mediático.
Es una gran apuesta que hay que apoyar.