Hace unos meses que me dí cuenta de que realmente no había visto tantas películas de Woody Allen como creía y me lancé a ver todas las que pude. Dado que su filmografía cuenta con unas cincuenta películas, no me he visto todas. Pero si he visto las suficientes como para tener una cosa muy clara: Woody Allen es comedia pura. Y no quiero decir con eso que cuando se viste de europeo y se nos pone cultureta o reflexivo no haga buenas películas, pero creo que las películas que le han asegurado un hueco en la Historia del Cine son La última noche de Boris Gruchenko, El dormilón, Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo..., Poderosa Afrodita, Desmontando a Harry, Granujas de medio pelo... en fin, las comedias.
Así que cuando veo a Woody Allen haciendo de Francois Truffaut en Vicky Cristina Barcelona y remixeando Las dos inglesas y el amor, me da un poco de pena. Porque no queda mucho tiempo para que me siga haciendo reir con nuevas películas, así que prefiero que descarte proyectos como El sueño de Casandra, la citada Vicky Cristina Barcelona o, incluso, Match Point (que me gustó mucho).
Los que estén de acuerdo conmigo, están de enhorabuena: Allen vuelve a la comedia con su última película y podremos disfrutar de todo su universo personal de chistes sobre el sexo, los judios y su particular visión sobre la pareja y el romance.
Sentarse y reir.