Recelo de toda película que dure más de dos horas y media. Aunque luego muchas me gustan y vería varias horas más, pero en principio recelo. Y de “Alejandro Magno” recelo mucho (concretamente media hora de recelo).
Ya sabemos que Oliver Stone es uno de los grandes. Pero me preocupa su trayectoria, y es que Oliver ha ido abandonando el cine digamos “convencional” para entrar en una espiral de experimentación e innovación hasta el punto de terminar dedicándose a los documentales políticos (por lo que puntúa Romulo, con mucho acierto). Ya su película “Un domingo cualquiera” me pareció algo insoportable para un profano del fútbol americano como soy yo. En historia no ando muy fuerte pero al menos me llama más que este delicado deporte. Sólo espero que se preocupe un poco más por el argumento y la narrativa que viene dejando de lado en sus últimas creaciones.
Pero de todas formas, confío en su montaje (oh maravillosa JFK...), en su fotografía, en su lirismo y en su seriedad. También en su plantel.
Pero ninguna de ellas me dan seguridad para iluminar la cuarta estrella como hice con Troya. Me temo que esta vez el entretenimiento no está asegurado. Pero hay esperanza.
A diferencia de Beiger, espero que Stone no sucumba al programilla de ordenador. Y si lo hace le daré duro en la post.