Fin el enano enamorado de los trenes,... (y hasta aquí puedo leer como diría Roderas). Este era el comienzo de la sinopsis de esta película en el programa del pasado festival de cine de San Sebastián. Con la frase terminada aun llamaba más la atención. Uno rápidamente mostraba un interés en esta película que podría ser una de las joyitas del festival. Esas rarezas que nunca se estrenan por vías comerciales. Pero, ¡sorpresa! Se estrenó. Contra todo pronóstico se ha estrenado. Y esto sólo tiene una explicación posible: a la gente le ha gustado. Así es como las películas más humildes consiguen abrirse camino, sin campañas publicitarias, sin estrellas, sin Oscar. Con el buen consejo del amigo, con la honestidad de ser una buena película, imaginativa, original y dulce pero con momentos amargos.
Poco sé de esta película, más que el final de esa frase que he dejado en puntos suspensivos para nuestros preaficionados más quisquillosos. Y nada más quiero saber, porque me gustan las sorpresas. Sin extenderme más por esta vez, diré que espero una buena película distinta y algo rompedora.