Crítica de la película La piel que habito por Iñaki Ortiz

Almodóvar elevado a la enésima potencia


5/5
06/09/2011

Crítica de La piel que habito
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Almodóvar juega con los tiempos con la sabiduría que dan los años, contándonos una historia al comienzo, de un científico que quiere recuperar a su mujer muerta a través de la pura estética y el autoconvencimiento. Algo entre Frankenstein y Vertigo. Sin embargo, con el giro, con la vuelta atrás, la historia que ya hemos visto toma otro significado bien distinto. En cierto modo, el director se está volviendo un poco Tarantino, no sólo en la manera hábilmente reordenada -que no desordenada- de contar su historia, sino en la intención de tomar varios rumbos diferentes (aunque Almodóvar, amigo de las tramas elaboradas, acabe uniendo convenientemente sus historias).

También encuentro un paralelismo con Tarantino en la forma en la que el director juega con varias fuentes muy diferenciadas a lo largo de la película. Empieza con el ritmo y la estética de una ciencia ficción actual, que se apoya también en algunas piezas musicales electrónicas (sorprendentes en Alberto Iglesias). La escena en la que la prisionera escapa y se corta el cuello parece sacada del cine mudo, casi del Les vampires homenajeado por Assayas, con el fetichismo de la segunda piel incluido, con un Iglesias completamente distinto. En el encierro, con sus cadenas, con ese grotesco balde, es puro cine de terror japonés, como si Miike hubiera venido a rodarlo. Polar, Giallo, noir puro... un remix que ni el mismo Tarantino.

Pero que el director haya madurado y sus películas sean más ambiciosas, no quiere decir que haya perdido su esencia, y eso en esta película es más patente que nunca. En su obsesión por el travestismo y el cambio de sexo ha ido aún más lejos que nunca. No puede estudiar ya más de cerca la idea: alguien atrapado en un cuerpo del sexo equivocado. Este planteamiento da lugar a curiosas metáforas. El plano final, con la madre, que puede resultar de primeras algo descafeinado, estoy seguro que a gran parte del público le ha llegado de manera muy personal: es el momento de confesar a la madre su realidad sexual -primero a una amiga, claro. Por supuesto, esta fábula puede buscar su alegoría más allá de los aspectos puramente sexuales y ahondar de forma más genérica, en las disfunciones entre cuerpo y mente. Con esta película, el genial cineasta podría cerrar su carrera como queriendo decir, "a esto quería yo llegar", y es que fuera de la rocambolesca historia fantástica, podemos también resumirla así: un joven de provincias, trabaja en una mercería con su madre (la típica de las de antes), le gusta la moda, se siente atrapado en el pueblo, flirtea con las drogas y desaparece unos años. Vuelve convertido en mujer, buscando el amor y la aprobación de su madre. ¿Es que puede ser más almodovariano?

Un film retorcido, con personajes enfermizos, que crea a momentos gran desasosiego. Que pasa del hortera más atrevido de un tigre de acento brasileño enseñando el culo (esto tiene que encantar a los Hidrogenesse y su Disfraz de tigre) a una escena tan desagradable como la de la violación, con su lametón deseoso y los dientes contra dientes, sin cambiar de personaje. Por último, no me quiero olvidar de un enérgico Antonio Banderas que vuelve a sus mejores momentos, y una inquietante Elena Anaya que está perfecta dentro del papel (así como todo un reparto impecable).



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