Brad Bird se ganó el cielo al crear esa maravilla llamada Los Increíbles. Y no había empezado nada mal anteriormente con El gigante de hierro. El gusto por el detalle hace de Bird el director ideal para una película de animación. Ha demostrado dominar la ambientación, el contexto, la atmósfera. Unas capacidades que no podrían encajar en ningún sitio mejor que en Pixar, una productora que está siendo detallista y meticulosa al extremo, invirtiendo tiempo y dinero en pequeñas cosas que luego pueden pasar desapercibidas. Claro que el conjunto lo agradece.
Si unimos esto a que Brad Bird demuestra un humor inteligente y fresco, tenemos la receta completa. En el guión se trabajan los personajes tanto como en el entorno 3D. No interesan unos cuantos monigotes haciendo gracietas. Deben ser creíbles (o increíbles) e interesantes en ambos campos aunque se traten de ratas.
Aquí una pega, el proyecto no era inicialmente de Bird sino del director checo Jan Pinkava, que se llevó un oscar para Pixar por el corto de animación Gery’s game, y que ha participado en otras películas asumiendo diferentes funciones. No dudo que la opción de Bird es mucho más prometedora, ya que Pinkava aún no se ha lanzado al largo, pero me preocupa que no sea un proyecto tan personal como los anteriores.
Aun así, la idea no es mala y creo que a Bird le ha interesado lo suficiente como para hacerla suya, darle su estilo, cambiar, perfeccionar y poner todas sus ganas. Nos hará reír con una comedia muy física pero además aprovechará para trabajar las ideas de perfeccionismo, motivación y tenacidad en las que sin duda se verá reflejado. Por eso no me importa demasiado que la historia trate sobre unos ratones, creo que será una opción como cualquier otra para una fábula que no pecará demasiado de moralista pero sí tendrá su mensaje. Bird aprovechará para hablar de muchas cosas, desarrollar temas, y eso es lo que más me interesa del guión.
En cuanto a las cuestiones más técnicas, lo de siempre: mejorar y ampliar. Parece que tendremos escenas acuáticas diez veces más complejas que las de Buscando a Nemo. Por supuesto, se ha trabajado al máximo la apariencia de la comida, elemento indispensable en la película, que tiene una obligación superior al realismo: ante todo debe parecer deliciosa. Además hay que construir el París de aspecto más romántico posible. Como siempre para todo esto se ha trabajado al máximo, y el equipo ha dado clases de alta cocina en San Francisco, Bird se ha paseado en moto por París y ha comido en los mejores restaurantes, etc.
Todo un trabajo detrás y mucho talento puede que hagan posible otra maravilla. Seré mínimamente cauto, pero me espero una calidad de alta cocina.