Cube, aquella película capaz de mantener el interés, y mucho (a mí por lo menos), con un solo decorado, uno, compuesto de cuatro paredes un techo y un suelo con sus seis compuertas. Falacias numéricas, relaciones tirantes hasta el límite, intriga abierta... magnífica. Esto es bueno y malo. Bueno porque mis expectativas hacia esta nueva película de su director son muy altas. Y malo, precisamente, porque mis expectativas son muy altas.
Difícilmente vamos a disfrutar de una película tan imaginativa como la anterior. Sospecho que nos dirigimos a algo más convencional. Pero aun así, no puede haber bajado tanto el listón.
Últimamente he tenido una cierta sequía de alegrías en el cine, y espero que sea esta película la que me devuelva la fe en el séptimo arte. No me la pierdo.