Adelanto ya que no creo en absoluto en esta película. También afirmo que no tengo ninguna intención de perdérmela.
Veamos, una película de ciencia ficción francesa que se cuela en una sala recóndita, sólo en versión original, me está gritando, casi suplicando, que la respalde para que puedan venir otras detrás de ella. Una apuesta arriesgada. Más que una apuesta, una declaración de principios, de apoyo.
Sin embargo, no nos engañemos, es más que posible que el film tenga sus pretensiones situadas mucho más lejos que su calidad. Suena a refrito de un director novato, Julián Leclercq al que le fascina sin lugar a dudas esa obra maestra del género que es Blade Runner, y que se habrá leído todo lo que ha encontrado del retorcido Phillip K. Dick y está encantado por ahondar en los negros mares de la consciencia y del Yo.
Pero claro, esto es un listón demasiado alto y me temo que Leclercq se va a golpear con él en toda la frente por intentar pasarlo por debajo en vez de superarlo. Me parece a mí que va a ser otro intento fallido al estilo de la coreana Natural City, otra demostración de querer y no poder, sólo apto para los más sufridores del género.
Y entre los más sufridores, por supuesto, entro yo de lleno. A poco que me den una excusa para dejar volar mi mente a mundos imaginarios, ya sea dentro o fuera de la mente de los personajes; a poco que me ofrezcan la posibilidad de reflexionar sobre complejos conceptos inútiles pero cruciales, aunque sea de rebote y sin pretenderlo; a poco que me den una pizca de género en cuanto a ambientación, seguramente perdonaré muchas torpezas de este grupito de guionistas sin experiencia.
Al menos, su protagonista, es una buena baza, se trata de Albert Dupontel, al que hemos podido ver en la contundente Irreversible, demostrando una gran capacidad de improvisación, y protagonizando esa interesante película llamada Las confesiones del doctor Sachs, donde realizaba un gran trabajo. También estaba, aunque sin tanto protagonismo, en Largo domingo de noviazgo. Aunque me temo que aquí la mayor responsabilidad interpretativa puede recaer sobre Marie Guillard, que ya trabajó con el director en su corto Transit y que ha participado en bastantes películas francesas pero sin mayor repercusión. Veremos si da la talla.
De momento vayan por delante mis tres estrellas para ver si consigo que se anime alguien a acercarse a las salas a favorecer este atrevido intento que seguramente pronto desaparecerá de cartelera. Eso sí, estimado lector poco amante de la ciencia ficción: tienes otras muchas opciones a tu disposición que te serán mucho más placenteras, no pierdas el tiempo.