Esta es una película que sigue los preceptos del cine francés más independiente. O mejor dicho, no el más independiente sino el tipo de cine independiente francés más característico. El producto típico del país.
Gran parte del metraje de la película tiene como único objetivo crear un cierto ambiente de adolescencia en plena explosión sexual y romántica en el sentido más lírico -no sé si hay otro tipo de romanticismo. En esto juega un papel importante la estética de los jóvenes, la banda sonora evocadora de recuerdos y pasiones, la imagen sucia, los planos cerrados, muy dentro del grupo. Las caricias y los abrazos, los besos. En todo esto está el gran acierto de la película que sabe crear un ambiente de amor pasional y también de cariño. Todo puramente francés, aquí no hay animadoras y bebedores de cerveza, no hay nerds ni capitán del equipo. De hecho, se lleva un tanto al extremo el interés por la cultura de estos jóvenes con la escena del cine y la película africana. ¡No olvidemos que los franceses también ven Taxi 3!
El esqueleto es una trama de corte clásico sobre rotación de parejas y enamoramientos en diferentes direcciones. Nada del otro mundo, y como argumento se llega a hacer largo, especialmente por la decisión de no agrupar en el final los varios momentos climáticos.
Si el espectador logra conectar con el tono de sentimientos apasionados que se entrecruzan en la película, el objetivo se puede dar por cumplido. Ayuda el buen trabajo de los actores, empezando por el siempre carismático Louis Garrel, aunque gran parte del mérito creo que habría que achacárselo a la dirección de actores de Christophe Honoré, que sacrifica todo lo demás por centrarse en sus personajes.
Una elegante y emotiva banda sonora, algunos momentos intensos y la potencia visual, terminan por redondear este trabajo que sabe bien transmitir su esencia. Buen producto típico francés.