Amy Adams quiere ser actriz y punto. Ella ha intentado hacerse un hueco en el cine decente (La duda o Julie y Julia), pero éste no le ha terminado de mimar, y con ese rostro dulce que hubiera triunfado antes, cuatro décadas antes, no ha tenido más remedio que seguir con ese cine malo y sencillísimo en el que su agente le consigue papeles. Y ojo que no digo que sea mala actriz, sino que hace lo que le dejan que es malo pero lo hace bien. Es tenaz y no va a permitir que la calidad de sus films le nieguen la posibilidad de ser una actriz.
Ejemplos como Un gran día para ellas, Encantada la historia de Giselle o Superdog, son incluso inferiores a la presente película de título Tenías que ser tú, ya que al menos en ésta se trata de contentar a un público adulto en busca de romanticismo y no tan genérico como las anteriores aventuras bochornosas. La historia de siempre, chico, chica, otro chico, bodas, país de Gales de por medio y mucho humor fácil y repetido. Para amantes de tardes de domingo con muchísimo frío donde no apetece ni mirar por la ventana, el videoclub triunfará más que las salas con este tontorrón producto.