Personalmente he odiado el comic Persepolis durante años. La culpa es mía, tengo tanta costumbre de abrazar modas como de rechazarlas de plano. Y es que resultaba realmente irritante oir hablar de las maravillas de Persepolis a los malditos gafapasta que se acababan de aficionar al comic, cuando uno llevaba años en crisis porque no había sabido qué leer desde que había dejado Spiderman.
Persepolis es la cabeza visible de todo un fenómeno: la popularización de los comics para adultos (o con temáticas alejadas de los superhéroes en mallas). Los comics ya no son algo que te hace parecer un freak marginal e inadaptado, sino que son algo que pueden hacerte parecer un intelectual diferente. Y los gafapasta, empeñados en parecer cosas, se apuntaron a la moda ganando a los lectores habituales de comics por la mano...
Por supuesto estos dos primeros párrafos poco tienen que ver con una precrítica, pero me apetecía destacar ésta dimensión del comic. Centrándonos en la película creo que funcionará estupendamente y que destacará en dos aspectos.
El primero es la animación. No era sencillo transmitir lo mismo que el comic al pasarlo al dibujo animado. Por lo que he podido ver se trata de una buena adaptación: consigue transmitir lo mismo aunque con lenguajes diferentes.
Y el segundo es la interpretación en clave política. En una época donde la actualidad gira alrededor del mundo musulmán, resultará interesante conocer las vivencias de una niña cuya vida le llevó a enfrentarse a los contrastes entre oriente y occidente.
Resuelto a dejar de lado mis prejucios antigafapasta, me lanzo a abrazar Persepolis con la mirada limpia.