¿Qué ha podido llevar a un animador tan reputado como el japonés Yoshiaki Kawajiri a huir de su país para refugiarse en pleno corazón de la industria del cine americano? Evidentemente, el dinero. No cabe duda de que, con los pingües beneficios obtenidos, Kawajiri se embarcará en proyectos más interesantes. Solo eso explica que el director de grandes clásicos como Ninja Scroll y Vampire Hunter D se haya convertido en un autentico tránsfuga. Así pues, la primera advertencia que hay que hacer al respecto de esta película, es que no es un film de animación al uso. Camuflada bajo una producción de estética anime, se esconde una película innegablemente americana. El propio guión, a cargo de David Abramowitz, es la continuación de la serie Los inmortales, iniciada en su día por Russel Mulcahy, veterano director que ahora estrena Resident Evil 3: Extinción.
Comencemos por detallar los aspectos en los que se va a dejar notar la procedencia del director. Dejando a un lado lo evidente de su diseño de personajes, lo más destacable de la película va a ser su violencia, esa que tantos detractores ha acarreado al manganine en sentido amplio. Se trata de un recurso fácil que el director maneja a la perfección. En segundo lugar, tenemos la ambientación en un futuro apocalíptico muy del gusto japonés. Sería muy extenso referirnos en esta precrítica a la innegable impronta que los desgraciados incidentes de Hiroshima y Nagasaki han dejado en la mente de todos y cada uno de los realizadores japoneses, empezando por Otomo y su magistral Akira. Tras recapitular estas cuestionables virtudes, propias de la cinematografía animada del país del sol naciente, vamos a por la vertiente americana del film.
Cualquier aficionado conoce de sobra los constantes defectos de que adolece la industria japonesa, principalmente el ritmo en el que se desarrollan sus películas. En este caso, la ejecución de las diferentes escenas está pensada para un público eminentemente occidental, por lo que vamos a encontrarnos con un film bastante más ágil. Pero esta trasposición geográfica se cobra su precio. Acostumbrados a las excelencias de los seiyuus japoneses -autenticas estrellas mediáticas en su país- las voces de la película van a sonar demasiado frozadas. A pesar de ser un producto ideado para su lanzamiento en DVD, la nueva entrega de Highlander se presenta como una película ciertamente interesante, gracias a la mixtura de conceptos propiamente nipones con otras virtudes del cine de acción. Puro deleite visual sin mayores complicaciones.