Nos encontramos ante uno de los proyectos más arriesgados
del año. El riesgo puede fácilmente conseguir un proyecto fallido, pero si se
supera este reto, podemos descubrir una de las películas más refrescantes del
año. Estamos hablando de una apuesta que camina por la delgada y peligrosa línea
que separa a una delicia visual, de Espinete y Don Pinpón.
Ahora veamos los nombres asociados al proyecto, desde la
raíz. Se trata de un cortísimo cuento infantil ilustrado que se puede leer en
cinco minutos, y donde no parece haber lugar para una adaptación
cinematográfica, y menos en modo de largometraje. El hecho es que Dave Eggers se ha encargado de realizar
esta adaptación. De Eggers he hablado hace poco, por ser el guionista de la
última película de Sam Mendes, Un lugar
donde quedarse. Se trata de un guionista, novelista, escritor de comics y
otras tantas cosas más, original y atrevido, amigo de la innovación y de los
retos creativos. No es extraño por tanto, que sea él precisamente quien se
encargue de esta particular adaptación.
El director no se queda atrás, Spike Jonze cuenta sólo con dos películas más en su filmografía,
pero de una gran calidad, la excelente Como
ser John Malkovich y la excelentísima El
ladrón de orquídeas. Además de tener una amplísima experiencia en cortos,
televisión y sobre todo sus famosos, imaginativos y muy creativos videoclips.
Se trata de un cineasta plástico y con el estilo personal y atrevido que
necesita este extraño proyecto. Puede haber sacado chispas al concepto visual
pintoresco del original. Algunas de las imágenes que han adelantado son brillantes. Además no tiene miedo a enfrentarse a un material
disparatado.
En el reparto tenemos a dos buenos actores, Mark Ruffalo y Catherine Keener. Además de unas voces de lujo en la original, de
las que no disfrutaremos en la versión doblada. Veremos si este proyecto aparentemente imposible da sus frutos.