Apuntan maneras. Sí señor, sin duda, pero en su conjunto no es una buena película. Es lenta, lo cual produce bostezo, tiene muchos silencios, lo cual te irrita. Y así unas cuantos aspectos más. El problema de Entre os Dedos no considero que sea el grado de aburrida que haya sido. Algunos la habrán llegado a masticar, otros nada de nada y en mi caso la he masticado al final, digamos que el último cuarto de hora. Su problema tampoco es la historia que nos cuenta que, por cierto, ha sido la misma historia de siempre. Esta vez le tocaba al trabajo, la familia y al matrimonio. Su gran problema ha sido es que han tenido intenciones de hacer algo que parecía coger forma y crecer y no han sabido cómo ni de qué manera ejecutarlo. Problema de ejecución. Seguramente las ideas que tendrían eran brillantes y me temo que se han quedado en sus cabezas y por desgracia no detrás de la cámara.
Entre os Dedos no ha dejado ese espacio que existe entre espectador y primeros cinco minutos para ponerse cómodo y empezar a respirar la fragancia del largometraje. No ha sido fresca y por el contrario se respiraba monotonía por los cuatro costados. Rodada en blanco y negro innecesario. También con la intención de incluirlo en el clima de la historia. También insufrible desde el punto de vista visual porque si ya de por sí era una piedra imagínense un blanco y negro sin ton ni son.
Me quedo con los últimos quince minutos. Más rápidos, mayor frecuencia de diálogo, unos personajes más vivos, ha sido una traca final que apuntaban maneras. En el aspecto técnico también saben qué quieren pero no saben el cómo. Harán examen de conciencia y regresarán con madurez y éxito, estoy seguro.