En ausencia de aquellos bárbaros que tanto nos gustaron en Conan, el bárbaro, estos vikingos de Pathfinder, de título enrevesado en castellano, resultan estimulantes, animados por el eterno silencio en estas aventuras de guerreros y luchas a muerte, donde hablar demasiado es símbolo de literatos y no tantos de épocas mucho menos civilizadas, gracias a sus silencios se mantiene la tensión. Por esto agradezco los dos tonos de una película cinco estrellas, las caracterizaciones, los decorados naturales, y las luchas sin cuartel donde disculpo hasta la sangre infografiada que a veces se repite con demasiada habilidad.
Como conjunto, con un protagonista digno, una historia creíble, y unos trazos de cámara nada despreciables, resulta ser una película de época completa, de aventuras ciertas y de ritmo trepidante. Un agradecer para los amantes de este género inexistente en el que no podemos escudarnos más que en cuatro ejemplos de la historia del cine.
Encuentro en esta película un lugar donde disfrutar pues de ese cine tan codiciado, sin parones, sin demasiadas contemplaciones, del estilo a 300 pero con ese toque natural y real que no tiene nada que envidiar a los efectos especiales de lujo. Muchos podrán decir que es otra de tantas, otros que está bien y punto, pero los que queremos a este tipo de héroe, hasta lo más grande de las entrañas, sabemos descubrir lo difícil que es conseguirlo bajo el yugo del cine moderno tan exigente de resultados en moneda.