Con una mayor madurez porque Amenábar sigue pecando de lo mismo que en sus anteriores películas: De querer demostrarnos, a través de sus composiciones, de la búsqueda de planos, de la búsqueda de momentos diferentes, que efectivamente él tiene ese talento especial. Con una mayor madurez, sí, porque con esa mayor madurez comprenderá que el talento no se exhibe, se utiliza.
Aún así, ese talento que exhibe es innegable que lo tiene, y a raudales. Y lo demuestra en muchos momentos de la película. En todos los toques de humor, por ejemplo, perfectamente colocados y engarzados, y consiguiendo sacar la sonrisa del espectador más de una vez (en ciertas ocasiones, incluso la carcajada). En varios momentos brillantes, como ese duelo dialéctico entre el cura y Sampedro (a mi sí me gustó, no sé exactamente qué es lo que no le gustó de esta escena a mi compañero Hypnos... Ya dialogaremos sobre ello), o en algunos de los varios momentos que Amenábar se inclina hacia la ternura (no hacia la emoción abierta, que también las hay, y no quiero decir que estas estén mal, simplemente prefiero ensalzar lo que me pareció más brillante).
Y hablando de cosas que no le gustaron a Hypnos, me parece acertada la elección formal de ese plano único en la muerte de Sampedro. Entre otras cosa, por lo que supone de respeto a la grabación originla, a la muerte real de Ramón Sampedro. Pero no solo por eso.
Por otra parte, Amenábar camina muy al límite en las escenas en que se deja llevar por las ensoñaciones de Sampedro. Lo hace de una manera arriesgada, a unos les parecerá bien y a otros peor, yo creo que no debió ceder a la artificiosidad de esa puesta en escena, de esos efectos. Rompen con la unidad de estilo... aunque quizás eso es lo que buscaba Amenábar.
Estoy incidiendo, como se ve, más en los aspectos negativos de la película que en los positivos (que son muchos), pero ya se suele decir, que lo malo se critica y lo bueno no se aplaude porque se supone que una persona, de por sí, debe hacer bien su trabajo. El trabajo bien hecho no tiene por qué ser, por tanto, nada especial. Sea un dicho acertado o no, yo sigo a lo ´mío. Y lo suyo es que la banda sonora escrita por Amenábar y con colaboración de Carlos Núñez se me parece fuera de lugar en muchos momentos. Tan solo parece apropiada en ese viaje en ambulancia que lleva a Sampedro desde su casa hasta La Coruña. En el resto del metraje, la música me parece inapropiada. (Aquí, creo, coincido con Hypnos.)
He dejado para el final, y no me extenderé, lo que todo el mundo siempre dice: Bardem es dios. Nada más salir en escena y decir dos o tres cosas, me quedé con la boca abierta; la boca caída, el acento, la mirada viva, la sonrisa que es sonrisa pero es tristeza... Bardem es dios.
P.D.: Y bravo por Belén Rueda. Tiene un papel complicadísimo (el más complicado junto con el de Bardem) y lo hace muy, muy bien.