La primera obra del turco Miraz Bezar viene llena de pólvora política y agujeros de bala que denuncian una maldita realidad que desde años viene ocurriendo en tierras kurdas. Durante años aprecio y consumo todo lo posible el cine que llega a nuestras salas procedentes del país kurdo y alrededores. Me parece que ya quedó atrás eso de pellizcar en el cine con los problemas de las sociedades aún en conflicto. Y la mejor manera es hacerlo con buenos trabajos. Min dît no es una película cualquiera sobre un conflicto, ni quiere hacer llorar para probar la conciencia gratuita del espectador medio europeo. La doble intencionalidad de Bezar es realizar un buen trabajo cinematográfico y después agitar. Y no agitando mientras se hace una película.
El joven director llega a San Sebastián con el trabajo hecho. Las nuevas generaciones dejan a un lado esas historias que narraban lo mismo durante hora y media, cumplía y se terminaba. Min dît es de esas películas que te incorporan a una realidad desconocida, te presenta a sus personajes, el de un pueblo, te prepara para satisfacer tu necesidad de disfrutar en la sala. Que corra la poesía que una cámara en las manos correctas pueden derrochar. Que, a pesar de la adversidad, se pueda respirar de los niños y de las madres, de la arena del desierto kurdo y de sus gentes. Una película con aroma internacional.